Antes de llegar al diagnóstico de trastorno hipercinético con o sin inatención, debe haber un proceso detallado de investigación por medio de:
- Un historial médico completo (que incluye el registro de los antecedentes biológicos, familiares, y sociales.
- Entrevista con los padres o familiares del niño.
- Cuestionarios para que los contesten los familiares.
- Entrevista con el niño y observación de su conducta en sesiones estructuradas y no estructuradas.
- Obtención de información de parte de la escuela (cuestionarios para que los contesten los maestros: dos o más maestros).
- Exámenes psicológicos y psicopedagógicos.
- Exámenes médicos y de laboratorio. El examen por el neurólogo es opcional en caso de existir síntomas que lo ameriten igual que el electroencefalograma (dolores de cabeza, movimientos anormales, convulsiones o sospechas de que pueden darse, desmayos).
Habida cuenta de que necesitamos seguir todos estos pasos para definir el diagnóstico, es comprensible por qué no es factible que se realice en una sola sesión.
Esto deben entenderlo los maestros y profesores quienes muchas veces están a la expectativa de la primera consulta del niño con su psiquiatra y suelen preguntar a los familiares: «¿Qué dijo el médico? ¿No mandó a decir que podemos hacer con el niño?». Otras veces, las menos, se niegan a llenar los cuestionarios o lo hacen sin mucha objetividad. Es importante que cuando se sospecha que un estudiante tiene el síndrome hipercinético, se envíe a estudio durante el período de receso escolar o al inicio del año académico para poder hacer la investigación con tiempo y que no se pierdan muchos días de clases estando el año más avanzado. Toda la información recogida es analizada por el psiquiatra de niños quien aplicando sus conocimientos y juicio clínico establece el diagnóstico o lo descarta.
Estableceremos el diagnóstico de TH con o sin falta de atención cuando los síntomas:
- Sean excesivos para la edad del niño y su capacidad intelectual (C.I.).
- Se den tanto en la casa como en la escuela.
- Tengan la frecuencia y la intensidad suficientes como para interferir en el rendimiento académico y en las relaciones interpersonales.
- Se hayan iniciado antes de los 5 ó 6 años.
- Persistan por un mínimo de seis meses.
- No se deban a otra causa: conducta normal para la edad, enfermedad mental o física, alteración comportamental o situaciones transitorias, como veremos en el apartado de diagnóstico diferencial a continuación.
No se deben diagnosticar los TH si los síntomas son ocasionados en forma secundaria por:
- Retardo mental (moderado a grave; C.I. debajo de 50).
- Trastornos generalizados del desarrollo.
- Trastornos de conducta.
- Trastornos del aprendizaje o aprendizaje lento.
- Trastornos neurológicos (lesiones cerebrales).
- Estados de ansiedad provocados por situaciones familiares anómalas, estrés postraumático, o cualquier otro evento ansiógeno.
- Hipomanía o trastorno afectivo bipolar en fase maníaca
- Defectos sensoriales (de visión o de audición).
- Clases poco estimulantes (aburrimiento; falta de interés).
- Influencia de otros compañeros hiperactivos o mal portados.
- Mala relación con el maestro.
- Medicamentos (corticoides, anticonvulsivantes, para controlar el asma, hormona tiroidea, etc.).
El psiquiatra deberá saber si la inquietud y la falta de atención está en función de alguno de estos problemas arriba mencionados y hacer las ínter consultas necesarias a otros especialistas para ayudarse en este proceso de diagnóstico (psicólogo, oftalmólogo, otorrinolaringólogo y neurólogo fundamentalmente). Sus conocimientos de pediatría general lo deben capacitar para conocer los efectos de algunos medicamentos y de enfermedades neurológicas (traumas, meningitis, encefalitis, etc., ).
Las enfermedades mentales y los trastornos del comportamiento son su campo de estudio y experiencia, por lo que está en mejor posición que cualquier otro profesional de la salud para poder diagnosticarlos y saber cuando son previos a los TH, paralelos, o concomitantes con ellos.
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