En medio de la homilía, el sacerdote Francisco Siu les hizo un llamado a los padres de familia para que se cuestionaran qué están haciendo para que este mundo de violencia en que vivimos no les arrebate a sus hijos.

Judith De Sedas, madre de Clarisa, no paró de llorar durante la celebración de la misa de su hija.

Otro que trataba de controlarse era Luis Urriola, papá de Clarisa, quien dijo que lo único que desea en este mundo es que la muerte de su hija no quede impune.

Manifestó que hoy se va a presentar a los tribunales en compañía de sus abogados, porque la muerte de su hija no puede quedar sin resolver.

Lo que más le molesta a Luis es que ni siquiera una llamada para decir los siento ha recibido de parte del Director de la Policía Nacional.

Es por esto que solo desea que las unidades de Policía que estuvieron involucradas en la muerte de su hija se les aplique todo el peso de la ley y que sean separados de su cargo.

Manifestó que va a exigir a la Policía un informe que dé constancia de que los uniformados que asesinaron a su hija en verdad fueron separados de sus cargos.

De su hija recuerda que el sueño más grande que tenía era el hijo que iba a tener, por eso toda la familia, en especial él, estaban muy contentos, y la risa se convirtió en dolor.

Al finalizar la misa, el cortejo fúnebre partió para el cementerio municipal de Juan Díaz, en donde familiares y amigos le dieron cristiana sepultura.

Al llegar al cementerio, Luis no aguantó más y estalló en llanto. Dejó salir todo ese dolor que llevaba dentro y que no había expresado en ningún momento.

Arrodillado sobre el césped del camposanto, el hombre gritaba y lloraba con tal desconsuelo que hizo que muchos de los presentes rompieran en llanto.

En tanto, Eufemia, abuela de la joven, dijo que todo se lo dejaba a Dios.

JUSTICIA
La familia de Clarisa dijo que solo desean que castiguen a los responsables.