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Un deseo frustrado
Se defiende solo cuando llega al pupitre.

Didier Hernán Gil | DIAaDIA

Es un ejemplo a seguir, pues su ceguera no ha sido impedimento para enseñar. Se trata del profesor Adián Fernández, quien está desarrollando el curso de Lógica en el Instituto José Dolores Moscote. ¿Cómo lo hace?

Esa es la pregunta que la mayoría de las personas se hacen cuando lo conocen. Adián reveló que planifica sus clases a través de grabaciones en casete. Sus familiares y amigos le apoyan en esta labor, pero a veces tiene que pagar hasta 30 dólares para que alguien le asista en esta responsabilidad.

El profesor Fernández perdió la visión en el primer trimestre del año 2003, cuando los galenos le confirmaron ceguera total por atrofia del nervio óptico, luego de estar hospitalizado por casi dos meses debido a una Meningitis bacterial.

En este lapso era docente en el Instituto Profesional y Técnico de San Miguelito, donde luego de este incidente le dieron dos años de licencia y fue pensionado hasta abril del 2005. Aquí aprovechó para asistir a la Escuela Nacional de Ciegos Adultos.

EL INICIO DE SU LUCHA
A partir de este momento nace la intención de regresar a laborar, pero en funciones administrativas en la Dirección Regional de Educación de San Miguelito, pero eso no sucedió, pues se le informó que no había espacio físico. Eso lo obliga a regresar a las aulas de clases a seguir con las cátedras de Geografía, Historia y Cívica. Y como la esperanza es lo último que se pierde, al finalizar el año 2006 la región educativa de San Miguelito trató de ubicarlo en la Escuela Nacional de Ciegos, pero como en este tiempo el tema de la inclusión estaba en el tapete, se le dijo que él era un ejemplo.

NADIE SABE BRAILLE
Fernández confesó que "hablar de la inclusión es bonito, pero no es así, si no se dan las condiciones necesarias". Él maneja la lectoescritura en braille, pero nadie en el Moscote le entiende, razón por la cual considera que un en un puesto administrativo le iría mejor. Tampoco hay personal del IPHE que le asista.

"No me puedo quejar. Sé que puedo servir, a veces se me olvida de que estoy ciego, pues vivo las clases con mis estudiantes, pero hay ocasiones en que me frustro, porque no puedo hacerlas, ya que me gusta tener mis cosas ordenadas".

ANALIZARAN EL CASO
DIAaDIA consultó a la Profa. Petra Serracín, directora regional de Educación de Panamá Centro, quien admitió que desconocía del caso, pero alegó que presentará esta inquietud al Ministro de Educación. Comentó que de asignarlo a labores administrativas habrá que buscar un remplazo.

SUS APOYOS
Cuando aplica los ejercicios, los supervisores le asisten, además le ayudan con la disciplina. Tiene que pagar para que le corrijan las pruebas y poner las notas.

   
 
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