Sin embargo, lo que sí quedó claro fue que su presencia hizo falta, sobre todo, porque el equipo no contaba para el partido con el otro atacante Edwin Aguilar.

En este sentido, resulta lamentable que una vez más los dirigentes hayan preferido complacer, primero sus caprichos, que permitirle al joven jugar.

Lo más cuestionable es que lo hicieron, a pesar de que un grupo de jugadores le solicitó que lo llevaran. Entonces señores... ¿De qué estamos hablando? ¿Somos egoístas o no? ¿En quién pensamos? ¿Acaso en el equipo? Pues, sus acciones dicen otra cosa, porque el pésimo resultado obtenido en México, bien indica que no se pensó en el conjunto cuando todos sabían de que necesitaban figuras ofensivas.

La respuesta es clara. En México, si bien la defensa falló, tampoco hubo quien se encargara de anotar para Panamá. Ahora, serán todos, jugadores, técnico y dirigentes, los que paguen las consecuencias de haber perdido, porque tendrán que salir a ganar para no quedar por fuera de la competencia.

Ojalá que la lección les sirva para que en un futuro dejen de pensar únicamente en los intereses particulares y lo hagan por el grupo.