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  lunes 15 de enero de 2007 enviar por email versión para imprimir
  IMPACTO
Pueblos rurales compiten por puesto del olvido
Las calles en Paso Blanco 2 son de tierra. (Foto: Hermes González / EPASA)

Joyce Baloyes Lobo | DIAaDIA

Buscan la luz. Las comunidades rurales de Paso Blanco No.2 y Malengue, ambas del corregimiento de Pacora, aunque distantes una de la otra, comparten las mismas necesidades: carreteras de acceso en malas condiciones, caminos intransitables, sin campos deportivos y un toque de inseguridad.

Por esa razón, se sienten olvidados y excluidos de los proyectos que los llevarán por el camino del desarrollo. En Paso Blanco No. 2, hay unas 1, 000 casas, la mitad es de bloque y el resto de zinc; en el caso de Malengue, sólo hay unas 13 viviendas, en su mayoría de bloque. Los moradores de ambas son muy luchadores y trabajadores, lo que tienen lo han conseguido con las garras.

SU HISTORIA
El panorama de Paso Blanco No. 2 es único. Los primeros pobladores llegaron en 1989, procedentes de La Playita de Juan Díaz. El grupo de 13 familias fue reubicado allá.

Carlos Gil, uno de los moradores que llegó en esa época, explicó que no son invasores y está batallando para conseguir los títulos de propiedad, puesto que en la época del ex presidente Ernesto Pérez Balladares, les prometieron la venta de los terrenos y eso aún no ha pasado.

Hoy día, los terrenos que ocupan son del Banco Hipotecario; antes eran de la Corporación Bayano. La población sueña con tener su título de propiedad.

La entrada que tienen por la vía Panamericana es sólo un caminito. El puente que conduce a la comunidad fue construido por ellos mismos, hoy ni las curitas lo ayudan.

Gil explicó que como un tramo de ese camino no tiene luminarias, la comunidad es víctima de los robos por parte de gente de otros sectores. La gente transita por allí desde las 3 de la madrugada.

La estación de Policía más cercana está en Las Garzas. En un carro 4x4 se llega en 20 minutos, sin tomar en cuenta que la carretera también está dañada. "Buscar un guardia aquí, ¿a dónde? No pasan las rondas policiales", acotó.

AGUA
Tienen agua potable desde hace un año, pero viene cada 20 días. Sin embargo, siguen pagando una mensualidad de B/. 6.25.

Dos pozos brocales los abastecen en tiempos de carencia, hechos por los mismos habitantes.

CAMPOS DE JUEGO
La diversión es poca, los jóvenes no tienen dónde patear una pelota. Se ven en la necesidad de jugar debajo de unas torres de alta tensión, lo que Gil considera que es un peligro.

Aunque en Paso Blanco No. 1 hay una cancha de juego, no pueden ir porque los muchachos les buscan problemas.

PASAN PARAMOS
Nelva Polanco tiene cinco hijos: Víctor, de 14 años; Carlos, de 8; Héctor, de 6; Irving, de 4, y José, de 1. Junto a su esposo viven en una casa de zinc.

Nelva sueña con tener un cuartito de concreto, porque el pequeño José sufre de asma y la frialdad lo está afectando.

Su esposo Eleuterio tiene un trabajito, pero eso no alcanza, confesó la desesperada madre.

"Yo quiero llevar los papeles de Víctor para una beca, pero no tengo plata para ir y no sé dónde queda el IFARHU", aseguró.

Su pequeña morada está vacía; las camas faltan, igual que la comida.

AL OTRO LADO DEL RIO
La apacible comunidad de Malengue, quizás no aparece en el mapa. Asentados en un claro, rodeados por el río Cabra, los pobladores que la componen ven pasar la vida sin sobresaltos. Excepto cuando los foráneos llegan al río y, además de bañarse, se roban los sembradíos.

Ida Graciela Garrido explicó que la necesidad más apremiante es la carretera de acceso a la comunidad. "Tenemos la tosca para regarla, pero la Junta Comunal nos pide el diesel, que son 83 balboas, y no los hemos podido reunir", afirmó.

Malengue tiene más de un siglo, es como estar en el campo, hay que cruzar el río para llegar; los caminos son de tierra y las casas están distantes una de otra. La mayoría de la población es familia.

Hay un puente colgante para los peatones, pero los carros deben cruzar el río. Este puente en el invierno se lo lleva el río Cabra.

Aunque tienen agua proveniente de un pozo brocal, que almacenan en un tanque, confrontan problemas porque una comunidad de invasores se las consume y deben llenarlo con mayor frecuencia.

INSEGUROS
No hay seguridad, los policías nos encuestaron para incluirnos en vecinos vigilantes, pero nunca vinieron, dijo Ida.

En esta pintoresca comunidad, todavía se cocina con leña, el agua se busca en el pozo y siembran para la subsistencia.

Aunque está a pocos metros de la 24 de Diciembre, el ambiente es similar a un pueblo rural del interior.

SIGUE LA LUCHA
En Paso Blanco No. 2, han cerrado calles para conseguir mejoras, pero no les ha servido para nada; las cosas siguen iguales. Requieren de mayor presencia policial, en vista de que el penal La Joya está cerca y los presos se fugan y salen como Pedro por su casa. En Malengue, los foráneos van a consumir drogas al río.

 
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