Prohibido olvidar. "Hasta el día en que me muera no lo podré olvidar". Estos son los sentimientos de dolor e ira que han acompañado por 19 años a Raquel Santana. Ella es una humilde chorrillera que vivió el terror de aquella noche del 20 de diciembre de 1989, cuando el ejército de Estados Unidos invadió Panamá para derrocar al General Manuel Antonio Noriega.
Cuenta Herminio Aparicio, esposo de Raquel, que esa noche está presente en su mente. Ese día él vio morir a su hijo de un tiro en la sien. Lo más doloroso es que para salvar al resto de su familia tuvo que abandonar el cuerpo de su hijo mientras El Chorrillo era consumido por las bombas "yanquis" y el fuego abrasador que consumía los viejos caserones de madera.
"A mí me tocó ver morir a mi hijo y a varios de mis vecinos", comentó Herminio, quien se mostró fuerte para no dejar salir las lágrimas. "Él era un buen hijo, sólo tenía 20 años y quería ser doctor, pero una bala asesina acabó con su vida", relató. Él no merecía morir de esa manera, explicó su madre, quien no pudo contener el llanto. Esta humilde familia no entiende el por qué el presidente Martín Torrijos vetó el proyecto de ley para declarar el 20 de diciembre, Día de Duelo Nacional. Alegan que los que murieron ese día eran seres humanos.
INEXPLICABLE
Los chorrilleros esperan con ansias que por lo menos algún gobierno considere cada 20 de Diciembre como Duelo Nacional.
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