Los ángeles lo acompañan. Serafín Fuller Ábrego, un sonaeño de 80 años, siempre apostó por su sueño: tener una casa para dejársela a sus hijos.
Luego de 67 años de vivir en una pequeña vivienda de zinc, hoy cuenta con una modesta morada de concreto, con el mobiliario básico.
Sentado en una blanca silla plástica, disfrutando de la suave brisa mañanera, contó que la noticia que cambiaría su vida la recibió a las 9 de la mañana.
Los estudiantes del colegio William Killpatrick levantarían una casa nueva por medio de un trabajo social.
"Fue la alegría más grande que sentí en mi vida, por primera vez vi en el rostro de las personas, y como me trataron, que sí estaban preocupados por la forma como yo vivía".
El sólo recordar provocó que sus brillosos ojos afloraran sus sentimientos, destacando que en medio de sus necesidades, lo más importante es tener a sus dos hijos junto a él. "Son mi vida, es lo que más quiero".
DIAaDIA reportó la triste realidad en la que vivía, lo que motivó a las personas a tenderle una mano amiga.
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