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  sábado 5 de marzo de 2005 enviar por email versión para imprimir
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HISTORIAS
El invitado

Redacción | DIAaDIA

Alejandra tomó la carta del buzón. No había sello ni marcas del correo, solamente su nombre y dirección. Leyó la carta:

Querida Alejandra: Estaré en tu vecindario el sábado en la tarde y pasaré a visitarte. Con amor, Jesús.

"¿Por qué querrá venir a visitarme el Señor? No soy nadie en especial, no tengo nada que ofrecerle...”. Entonces pensó en comparle algo de pan para brindarle.

Salió y compró una hogaza de pan francés, pavo y un cartón de leche... Alejandra se quedó con sólo doce centavos que le deberían durar hasta el lunes.

Cuando regresó a su casa, un hombre y una mujer estaban en su puerta, los dos vestidos con poco más que harapos.

"Mire, señora, no tengo empleo y mi mujer y yo hemos estado viviendo allá afuera en la calle y está haciendo frío y nos está dando hambre, y si usted nos puede ayudar, estaríamos muy agradecidos...".

Alejandra contestó: "Señor, quisiera ayudar, pero yo misma soy una mujer pobre. Todo lo que tengo es pan, pero tengo un huésped importante para esta noche y planeaba servirle eso a El".

La pareja empezó a retirarse, pero Alejandra sintió un latido familiar en su corazón. Los llamó y les dio la comida. También su propio abrigo para la mujer y se despidió de ellos sin saber qué le brindaría a Jesús.

Al entrar, había otra carta, lo que le pareció raro, pues el cartero no llegaba dos veces en un día. Tomó el sobre y lo abrió: Querida Alejandra: Qué bueno fue volverte a ver. Gracias por la deliciosa cena, y gracias también por el hermoso abrigo. Con amor, Jesús.

 

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