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  viernes 10 de abril de 2009 enviar por email versión para imprimir

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Carta a un Amigo
María (de verde) y Lourdes (de azul) mostraron la habitación de sus padres y de sus hermanitos más pequeños. (Foto: Didier Hernán Gil / EPASA)

Didier Hernán Gil | DIAaDIA

Jesús de Nazaret, te escribo porque quiero que conozcas a la familia Camarena, aprovechando que en estos días los panameños se acercan un poco más a ti, y los tengan presentes en sus rezos.

Era el mediodía del pasado Domingo de Ramos cuando llegué a la casa de ellos, allá en Mendoza de La Chorrera, un poblado rural que no tiene buenas calles y al menos el vital líquido les llega a sus grifos.

Tomasa Camarena, madre de siete niños, menores de doce años, estaba sentada en un hamaca pensando qué hacer. Ella reposaba, ya que pasó desvelada al cuidado de una de sus hijas que estaba internada en el Hospital Nicolás A. Solano, debido a una hinchazón en la cara, producto de unos granos que ella no supo explicar.

Aunque era la hora del almuerzo, el único que probaba bocado era José, de un año y medio, pues era amantado por Tomasa en un enorme rancho de penca, que cubría un frío fogón y varias ollas sucias de café y lo poco que compartieron en el desayuno. A un lado del fogón, media decena de pollitos representan la esperanza de ser una buena presa aunque sea con arroz blanco. Tan profundo era el sueño de José que ni siquiera abrió los ojos en toda la visita de DIAaDIA a su casa.

Un poco tímidas, pero con una inocencia en su rostro, las pequeñas María y Lourdes mostraron su vivienda, la cual fue construida con el apoyo de la Junta Comunal del sector, pero no hay luz, por lo que se iluminan con mechones.

Son dos cuartos, uno es utilizado por sus padres, quienes también duermen con los dos niños más pequeños. En la otra habitación hay dos camas chicas, en una duermen tres niñas y en la otra dos.

Aquellas camas, hechas de tabla, son acolchonadas con una delgada capa de polifón, alfombra y hasta sábana de colores. Pero eso no es todo, pues mientras muchos se quejan de las comodidades de su casa, las almohadas de esta familia son hechas de pequeños bultos de tela.

Se observó que las bolsas y cajas plásticas y de cartón sirven de gaveteros para la ropa de esta familia. Los adornos en esta casa brillan por su ausencia.

Frente a todas estas necesidades, irónicamente pasó un auto de un mercader con varios colchones y camas. Esto alegró a todas las niñas, pues decían: "Mamá yo quiero una así". Esto me hizo recordar aquel versículo del pasaje bíblico en el que los justos le reclaman a Jesús: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer o sediento, y te dimos de beber?

¿Cuándo te vimos forastero y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?

¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? ¿Cuántas veces estuve solo y no me visitaste?..

Jesús de Nazaret, en momentos en que nos encontramos con casos como estos, nos recuerdas que en las Sagradas Escrituras nos reafirmas que hay que ver tu rostro en el prójimo. Por eso apelo a la solidaridad de los panameños, porque sé que eres el amigo que nunca falla.

PDTA.
Extiende tu mano sobre esta familia, y juntos así poder cantar la gloria de tu Resurrección.

PAN BENDITO
El esposo de Tomasa gana 35 dólares a la semana y con ese dinero deben cubrir todas las necesidades de esta casa.





 
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