Hígados, patacones y empanadas. Eso es lo que reina en muchos de los kioscos de la ciudad de Panamá, alimentos llenos de calorías, pero que siguen siendo las delicias preferidas por cientos de personas que acuden allí para aplacar el hambre, (me incluyo en la lista de fanáticos a la grasa, el hígado de pollo es mi mayor debilidad, aunque para algunos les resulte asqueroso).
"Mamá, échale sal a los patacones", le decía Cecilia, dueña de uno de los kioscos, a su madre. Ella se encontraba muy ocupada atendiendo a las más de trece personas que estaban esperando su turno para ser atendidas, mientras tanto, gotas de sudor brotaban por su frente debido al sol incandescente que invadía el tan pequeño recinto.
Tuve la oportunidad de ver cuando una señora mayor se encontró una cucarachita dentro de su apetecible carimañola. Ésta sintió tal indignación que le dijo a la dueña del local que más nunca volvería a comprar allí. Luego, caminó dos cuadras más y había un kiosco parecido al anterior. Al llegar, con cara de molestia, procedió a pedir una carimañola con mortadela. Es aquí donde me pregunto ¿quién le garantiza que en ese lugar no haya cosas peores?
La grasa es uno de los enemigos que muchas mujeres tratan de combatir, pero todo esto tiende a olvidarse cuando vemos un hojaldre doradito y un muslo de pollo que, aunque brilla tanto por la grasa que tiene, para muchos en un momento de hambre es como ver la luz al final del túnel.
Sabemos que esto podría traernos consecuencias negativas más adelante, pero no escatimamos gasto alguno cuando queremos "engañar" al estómago. ¡Dios mío!, porque será tan difícil resistirse a tan exquisitas tentaciones.
|