Cambiaron sus escobas por un traje de mimo. Aunque el trabajo de mimo parezca fácil no lo es, pues estos personajes no pueden decir una sola palabra, mientras están pintados. En ocasiones pasan entre cuatro y siete horas sin hablar.
Una que sabe muy bien lo duro que es ser mimo es María Luisa Alonso, de 37 años, quien abandonó la escoba y el recogedor (labor que hizo por 10 años), pues era una hormiguita de la Dirección Municipal de Aseo Urbano y Domiciliario (DIMAUD). Ella dejó esa pesada labor para entrar al Programa de "Los Cazachochinos de la DIMAUD", quienes buscan concienciar a las personas para que no tiren basura a las calles. Tiene casi un año como mimo.
Lo que más le cuesta a María es no poder hablar mientras tiene la pintura puesta; reconoció que ha pasado más de cuatro horas sin pronunciar una sola palabra. Sólo habla a la hora del almuerzo y cuando reanuda su jornada debe permanecer nuevamente en silencio.
Esto para ella es bien difícil, porque le gusta hablar bastante, por eso piensa en muchas cosas para no hacerlo. Sin embargo, en algunas ocasiones se le olvida que tiene el disfraz puesto y responde el saludo que le dan con un: "hola".
Migdalia Cocherán, jefa del Programa de Los Cazachochinos, dijo que tiene 18 mimos a los que les enseñó todo sobre expresión corporal y gesticular. Explicó que los cazacochinos no pueden hablar, porque sino nadie los respetaría y el personaje perdería su esencia.
Destacó que el próximo mes de julio cumplen un año y los resultados que han logrado son muy buenos. Además de ser mimos hacen obras de teatro y de payasos.
ORIGEN
Cocharán dijo que en 1856 empezaron a salir los teatros de mimos como una forma de venganza a los reyes.
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