"Para celebrar la vida de un poeta intenso, lírico y profundo como lo fue Gustavo Batista Cedeño", se creó como un homenaje póstumo y ventana para estimular la creación poética entre la juventud el Premio Nacional de Poesía Gustavo Batista Cedeño, cuya XVI versión ganó Javier Romero.
Se dijo que este certamen les ha abierto la puerta a poetas y poetisas como María Feli Domínguez, Héctor Collado, Martín Testa Garibaldo, Katia Chiari, Javier Alvarado (que lo ha ganado varias veces), Genaro Villalaz, Eyra Harbar, Lucy Chau.
En la ceremonia de premiación, el viernes pasado en el Teatro Anita Villalaz, su también verso intenso, que como llama ardiente nace de su corazón, vino a ponerle algo de calor al invierno de esta nación de trópico húmedo donde la lluvia se pasea nueve meses a sus anchas.
"Aguacero con sol en un día de amor" leyó el autor galardonado.
"Es un libro de amor, como en el fondo son todos los libros que se escriben con todas las cuerdas de la vida...sentir la lluvia en los zapatos...la necesidad de mojar las mariposas de la sangre...".
Su poemario "Lluvia inflamable" devela la fragilidad de la vida. Habla de pérdidas, tiene un tono triste, pero a la vez presenta a la esperanza con su traje verde como el de la floresta panameña. Porque dice Javier que él escribió esos versos "desde ese ser minúsculo que soy en la vastedad del universo".
En poemas como "Ofrenda", "Antiplegaria", como diría en uno de sus versos, salió "el avispero de mis versos".
Le pide a su amada que lo deje "asfixiarme en la gasolina de tu sangre"
Amigos, escritores y familiares acompañaron al joven escritor, quien también se desenvuelve exitosamente en la actuación escénica.
|