Eso no es asunto tuyo. Dijo el hombre enojado.

Sólo quiero saberlo. Por favor, dime. Si quieres saberlo, en una hora gano 20 dólares.

"Oh" - contestó el pequeño, y luego dijo:

¿Papá, me puedes prestar 10 dólares?

El padre respondió, si la única razón por la que me has preguntado eso es para poder pedirme prestado dinero para comprar un juguete tonto o alguna otra cosa sin sentido, entonces vete directamente a tu cuarto y acuéstate. Piensa sobre por qué estás siendo tan egoísta. Yo trabajo muy duro muchas horas todos los días, y no tengo tiempo para estas tonterías infantiles".

El chico fue calladamente a su cuarto.

Después de una hora, el hombre se había tranquilizado. Fue al cuarto del muchacho, abrió la puerta y le dijo al chico: "He estado pensando que quizá fui demasiado duro contigo, ten lo que me pediste.

- El pequeño se sentó y sonrió. "¡Oh, gracias papá!", gritó.

Entonces, buscando bajo su almohada sacó algunos billetes arrugados y con notable satisfacción preguntó, papá ahora que tengo suficiente dinero, ¿puedo comprar una hora de tu tiempo?

El hombre abrazó a su hijo y le prometió dedicarle más tiempo.