Amigos, empecemos la narrativa de este monólogo, la respuesta masculina al "Monólogo de la vagina". Una cosa es que yo le cuente y otra muy distinta es que ustedes la vean. No pararán de reírse. ¡Compruébenlo!

"Robin" fue el primero en hablar. Según él, se masturbaba sentado en una silla de la escuela. Sin embargo, no fue hasta los 12 años que experimentó su primer orgasmo. ¡Madre santa!

Esa vivencia fue un detalle al lado de la de Imanol, quien perdió la virginidad en un prostíbulo, nada más ni nada menos que en la Gruta Azul. Candy fue la chica que le enseñó a ser todo un hombre, a la corta edad de 14 años. ¡Qué ponchera!

La obra es tan contagiosa que ni se siente el paso del tiempo, el público está a gusto con lo que ve. ¡Carcajadas es lo que sobra!

Y era el momento de conocer a Samuel Ibarra, un hombre que tuvo que ponerse una toalla sanitaria para hacer ver que su pene era más grande. ¡Qué inventos aquellos!

¡Dios! La picardía de Luis Landero, uno de los estríperes más reconocidos de Panamá hace más de 30 años, fue a otro nivel. ¡Bien jocoso!

Luis viajó al pasado y recordó uno de sus sexis movimientos, al punto que lo lleva a la práctica con una espectadora. Al final, su pareja sexual es un tal Samuel. ¡Ja, ja!

Alejandro Rodríguez demostró que cuando se ama a una mujer se deja atrás el ego de ser "yo y solo yo". ¡Mmmm!

Para cerrar la obra, llega Agustín Clément y los juguetes sexuales que cambian la rutina de una relación. A su parecer, no hay que cambiar de pareja sino la rutina sexual, "visiten los 'sex shops'", dijo. ¡Cómo sabe!