Los miedos son, como el amor y el dolor, necesarios en un proceso de aprendizaje. Bien orientados, generan confianza en los niños.
Justamente como tal son experiencias a que estamos todos, como seres humanos, predestinados a vivir. Lo que ocurre es que estas experiencias toman matices distintos de acuerdo con el ambiente en que se vive. Del mismo modo en que los padres enseñan naturalmente muchas cosas a sus hijos y, una de ellas, es el miedo.
LO QUE NO SE PUEDE HACER
No debemos ignorar los miedos de los niños
No asuste a tu hijo con historias de ogros, de fantasmas, de brujas, etc., principalmente antes de acostarle. Tienes que decirle que estos personajes solamente existen en los cuentos y películas..
NO TE RIAS DE LOS TEMORES QUE TU HIJO EXPRESA.
Si ridiculizas o burlas de su miedo disminuirá su confianza. Frases como "No seas tonto, niños como tu no deben tener miedo de eso", no contribuirán para disminuir el temor que él siente. Al revés, le desanimará a compartir sus temores contigo.
NO TRANSMITA MAS MIEDO A TU HIJO DEL QUE YA TIENE.
Él necesita tener su seguridad y confianza. No ignore sus miedos. No le mienta, por ejemplo, diciéndole que una inyección no le dolerá o algo parecido. Si mientes sobre una situación de miedo le producirá más temor. Ayúdale a prepararse para enfrentar la situación con la verdad y con honestidad. Si tu hijo tiene miedo de irse al colegio, oiga sus razones, llévalo de visita a la escuela, enséñale su clase y habla sobre lo mucho que irá aprender allí.
No obligues a tu hijo a pasar situaciones que él teme.
En lugar de ayudar, algunas veces esto intensifica el miedo. Tu hijo tiene el derecho de acostumbrarse poco a poco a situación que él teme. No le obligues ver una película de la cual él tiene miedo, o que acaricie a un perro que no le gusta.
NO TRANSMITA SUS TEMORES PERSONALES HACIA TU HIJO.
Si tienes miedo a las arañas, tu hijo puede sentirlo. La forma en que enfrentas tus propios miedos le da a tu niño el patrón a seguir para enfrentar situaciones similares.
NO LE RIDICULICES.
Eso no le ayudará en absoluto. Le hará sentirse inseguro, necesitado de cariño, solitario y sin comprensión.
No ignores los miedos de tu hijo.
Si así lo haces, el niño se sentirá perdido y solo. No encontrará la forma de enfrentarse al problema y percibirá por tu parte desinterés y falta de cariño y de atención.
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