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La alimentación del escolar
Los padres deben velar por la buena alimentación en los hijos. (Foto:Cortesia)

Sandra Marin | Nutricionista
Las preferencias de los preescolares y escolares están marcadas en un inicio por los hábitos familiares.

En esta etapa de la vida se establecen las preferencias alimentarias individuales, que tradicionalmente estaban determinadas casi exclusivamente por los hábitos familiares.

Éstos dependen de muchos factores, como la accesibilidad a los alimentos dependiendo del costo y de los ingresos de las familias, las tradiciones culturales, el grupo socioeconómico del niño, etcétera, observándose muchas diferencias entre diversos países, culturas o religiones dentro del mismo país, así como entre las familias de diverso poder adquisitivo o socioeconómico.

Sin embargo, en un mundo globalizado observamos en muchas regiones, y en nuestro país, un cambio del patrón alimentario tradicional, con una tendencia a la uniformización universal de los alimentos ingeridos. Se jerarquizan determinadas comidas, que responden a técnicas de marketing muy efectivas, en detrimento de otras, que son más sanas o de menor costo.

Actualmente, la socialización precoz del niño que concurre a guarderías, jardines de infantes o escuelas, a lo que se agrega la propaganda de alimentos a través de los medios de comunicación, especialmente la televisión, influyen directamente en los niños.

Por tanto, durante esta etapa, el pediatra, la familia y la escuela deben establecer hábitos alimentarios beneficiosos para la salud del niño. De esta forma, se previenen carencias nutricionales o enfermedades infantiles así como enfermedades prevalentes del adulto: enfermedad isquémica coronaria, hipertensión arterial, dislipemias, diabetes tipo II, obesidad, osteoporosis y algunos neoplasmas.

Recomendaciones:

1. Utilización de aceites vegetales en lugar de grasa de origen animal.

2. Consumo diario de frutas y verduras.

3. Consumo de lácteos o derivados: 500 a 750 ml diarios, dependiendo de la edad.

4. Fomentar el consumo de carne magra, con menor contenido de grasa: carne roja magra, pollo sin piel y pescado.

5. Disminuir el consumo de sal.

6. Promover una comida variada a lo largo del día, incluyendo alimentos de todos los grupos.

7. Utilizar agua y no jugos o bebidas cola en las comidas.

8. Limitar el uso de té y el café, que sustituyen otros alimentos más nutritivos.

9. Evitar las ingestas entre horas.

10. Estimular que el niño coma por sí solo y con normas de higiene adecuadas.

11. Estimular la actividad física.

12. Mantener un peso saludable, estableciendo un equilibrio entre el aporte y el gasto energético.

13. Adecuarse a la realidad económica y cultural de cada niño, manteniendo las costumbres alimentarias de cada familia, tratando de realizar en conjunto recetas que promuevan la ingesta de nutrientes y micronutrientes adecuados para la etapa de crecimiento de los niños.

14. Disminuir el consumo de bebidas cola y snack. No utilizarlos como recompensa o entretenimiento, siendo una buena estrategia su disminución escalonada y no la prohibición absoluta, ya que su fácil acceso, la publicidad y su buen sabor serían la causa de nuestro fracaso total.





   
 
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