Uno que tiene muy claro esto es el defensor central de la Selección Sub-20 de fútbol, Marvin Augusto Mitchell, quien habiendo crecido en el difícil barrio de Calle 12, Avenida Federico Boyd en Colón, está plenamente convencido de que en el mundo de las bandas no llegará a alcanzar nada, mientras que con el fútbol sí podrá conseguir muchas cosas importantes.

"La vida en el barrio es difícil, pero por eso yo me he mentalizado y he pensado que con esfuerzo y trabajo podré superarme, salir adelante y ayudar a mi familia", expresó el jugador.

Marvin consideró que la mejor estrategia para sobrevivir en ese ambiente de vandalismo y hostilidad es captar las cosas buenas y las malas, diferenciarlas y no dejarse llevar por aquellas que no llevan a nada bueno.

Es por eso que él no observa ningún problema con relacionarse y de vez en cuando dialogar con los pandilleros que le rodean.

El joven defensa manifiesta que los pandilleros lo conocen y lo respetan, porque además de ser una figura del fútbol nacional, también sabe guardar cierto grado de respeto hacia ellos.

"Los pandilleros me conocen, yo hablo con ellos normal, ellos me preguntan del fútbol y yo les cuento, y también le doy consejos, pero es algo difícil en el barrio, porque si no hay algo que le distraiga la mente, difícilmente lo van a dejar", asguró.

SUS INICIOS
El interés de Marvin por el fútbol nació de las birrias en su barrio. Luego comenzó a practicarlo cuando tenía 11 años en el equipo Deportivo Campus que participaba en la Liga Provincial de Colón.

Cuenta este espigado morenazo de 20 años, que con este equipo representativo de la Calle 2 y Callejón Martínez, logró cosechar muchos títulos en diversas ligas interbarriales, y en éste jugó con sus actuales compañeros de selección, Nelson Barahona y Rigoberto Austin.

A la edad de 15 años, llegó al Deportivo Árabe Unido de Colón donde se formó como futbolista profesional y aprendió lo que hasta ahora conoce.

Durante ese ínterin con el equipo blanquiazul, logró integrar la Selección Sub-17 de Panamá que jugó la eliminatoria de la categoría en el estadio Armando Dely Valdés de la costa Atlántica.

Fue a partir de allí que el zaguero comenzó a tomar las cosas en serio, a pensar en grande y a darse cuenta de que con el fútbol podía lograr cosas importantes para su futuro.

En aquella ocasión, Marvin no tuvo oportunidad de jugar, pero él no se rindió. Según cuenta, continuó insistiendo, porque siempre pensó que con el fútbol podría obtener algún día su revancha.

Ahora, en Canadá 2007, este chico de mucha fuerza y admirada garra, espera aprovechar la amplia vitrina para hacer las cosas bien, responderle a los técnicos y a la patria, y de paso, conseguir que se le abra una puerta para salir a jugar en el extranjero.

Al igual que otrora lo hicieron sus directores Julio César y Jorge Luis Dely Valdés, él espera cosechar muchos éxitos con el deporte de sus amores.

"Ellos ganaron muchas cosas importantes a nivel futbolístico, ambos son ejemplo de éxito y al igual que ellos quisiera llegar a representar bien a mi provincia y por ende a mi país".

El central que se declara admirador de su colega panameño Felipe Baloy, se ha metido entre ceja y ceja trabajar por su familia, pues su meta es sacarla del barrio y lograr un mejor nivel de vida.

PENSAMIENTO
Marvin considera que todos los rivales están integrados por seres humanos igual que ellos, y por lo tanto, no tienen nada de otro mundo.