Y digo agridulce, porque con lo que hizo la representación nacional ante la actual campeona de Asia, se hubiese merecido mucho más.

Panamá jugó para ganar y, aunque no lo logró, es preciso meritar el tremendo desempeño de un equipo que técnica y tácticamente se empleó bien en la cancha, que no se dejó intimidar por un rival que llegó al partido con ínfulas de campeones y que al final sacó un valioso punto, mismo que a la postre representa el primero conseguido para este país en tres participaciones en un mundial.

No cabe duda de que esto último, deja precisamente un sello y ratifica el avance del fútbol panameño en los últimos años.

Individualmente hablando, vale la pena resaltar la excelente actuación de un arquero que con apenas 16 años, se mostró como los grandes y al final se vistió de héroe por Panamá: Luis Mejía estuviste grandioso. Por los demás, también vale la pena mencionar el trabajo de figuras como Erick Vásquez, Eduardo Dasent, Celso Polo, Nelson Barahona y Gabriel Torres, que aparecieron de manera constante en la cancha. Muchachos, ustedes demostraron que están para más, sólo falta un poco más de concentración para lograr la definición.