De regreso a la capital, un señor nos abordó y nos preguntó: "¿Ustedes son los que ayudan a los pobres?". Con asombro lo miramos y respondimos: "Ojalá; pero, ¿en qué podemos ayudarlo?".
"Vengan", acompáñenme", y se subió al carro. Llegamos a un pequeño cuarto de quincha. Afuera, en un banquito estaba sentado el señor Perfecto González, de 86 años, mientras que uno de sus vecinos colocaba una puerta de zinc en la entrada del cuarto. Su triste mirada lo decía todo, estaba solo.
El señor Perfecto, quien vive en la comunidad de Los Carates en Ocú, apenas puede con su vida. Él se sostiene con un palo, y con su vista no puede ver las paupérrimas condiciones en las que vive, pero sí siente la soledad en la que está. En una cama de cañazas es donde duerme, y con una delgada cobija se arropa. A un lado, un viejo taburete, una cruz de madera y arriba un cubo con un rollo de papel higiénico y unos utensilios, son los que adornan el oscuro cuarto. En la parte de atrás, una cuerda lo lleva hacia la letrina, sin techo y sin paredes.
Su ángel de la guarda es su vecina Mariela Pérez, quien le da de comer, lo baña y lo viste casi a diario. Sin embargo, ella tiene una familia y un trabajo que atender. Mientras que sus sobrinos, que viven en el pueblo, ni siquiera lo visitan, comentan los vecinos.
ELLOS SABEN
La señora Mariela expuso el caso a la Alcaldía de Ocú, y aún no han hecho nada por Perfecto.
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