Las lágrimas de mi mamá no pudieron ser contenidas, pues hacía más de diez años no había vuelto al lugar donde se crió gran parte de su vida.
Pasábamos por La Chorrera rumbo a la playa cuando vimos al tío "Kiko" y decidimos llevarlo hasta la casa, pero jamás imaginamos (mi papá y yo) que esa breve visita generaría una serie de sentimientos en mi mamá.
Sólo la entrada al poblado donde vivían había cambiado muchísimo, algunos puentes y ciertos detalles recordaban el pueblo que fue, pues ahora es toda una barriada.
Dejamos al tío en la casa, los abrazos y gestos de sorpresa de parte de su esposa no se hicieron esperar. Fue otra breve charla, porque debíamos continuar, ya que teníamos planes.
Finalmente, decidimos ir a visitar a otra prima, pero no estaba en su casa; poco a poco nos fuimos acercando donde vivía "Narda y Nino". El silencio se apoderó del auto y al mirar hacia atrás veo a mi mamá llorando, pues desde que murió su abuela no había regresado. El momento fue propicio para que mi papá y yo empezáramos a molestarla "por llorona", pero debo admitir que a mí también me conmovió ver esa casita abandonada, sin vida...
Por mi mente pasaron bonitos recuerdos. "Machango" fue uno de ellos, pues fue el perro que durante años acompañó a los bisabuelos.
Recordé cuando recogíamos tamarindo, ciruelas y cuando nos mecíamos en la hamaca amarrada de los palos de nance, cuyos frutos caían a montones en el patio. Allá atrás, en el potrero se recogían marañones y mangos, pero eso sólo lo hacíamos acompañados de un primo, por temor a las vacas.
Recuerdo cuando de niña caprichosa me ponía furiosa, porque me daban esas "cucharotas" y yo comía con cuchara chiquita... cuando jugábamos al caballito en el murito del portal de la casa, esa que luego de la muerte de los abuelos fue alquilada y finalmente abandonada cuando el terreno se vendió.
Sí, a mí también me dio melancolía, sólo que me tragué las lágrimas para poder reírme de mi mamá...
|