Esta celebración se remonta al año 998 donde se instituye por orden del abad San Odilón en todos los monasterios bajo la tutela de la abadía de Cluny; fijando como fecha de celebración el día posterior al de Todos los Santos.
Esta celebración se extendió a todas partes, primero entre los benedictinos y cartujos; etc. Recién, en el año 1914, el papa Benedicto XV autoriza a los sacerdotes a celebrar tres días de misa por los difuntos, costumbre que se extendió especialmente en España, Portugal y América Latina. La celebración en algunos lugares se realiza con ofrendas (comida, bebidas, flores y regalos) para ayudar a los difuntos en su camino por el inframundo; se mezclan creencias paganas prehispanas con la celebración cristiana.
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