Ella desea emular a otros humildes deportistas panameños, e incluso, a aquellos grandes astros del balompié brasileño que utilizaron su talento con las piernas para salir de las populares "favelas", y así darle un giro de 180 grados a su difícil vida.

Ésta es la triste historia de la seleccionada nacional Yadira Pacheco, quien día a día lucha por dejar atrás, y en el olvido, esos momentos de angustia y de dolor en los que muchas cosas faltaron en su humilde hogar.

Resulta que esta volante de contención, oriunda de Calle 16 y Avenida Meléndez en Colón, creció sin el reconocimiento de su padre y, por si fuera poco, perdió rápidamente a su madre, ya que ésta falleció producto de un cáncer cuando la niña apenas tenía cinco años de edad.

Con un poco de nostalgia y al mismo tiempo tristeza por saberse no deseada por su progenitor, Yadira contó a DIAaDIA que ya grande tuvo la oportunidad de conocerlo e, incluso, él la visita ocasionalmente; pero no conviven y tampoco lo llama como ella siempre hubiese querido: papá.

Todas estas experiencias vividas en su corta vida, han hecho que esta mediocampista de 17 años de edad se muestre madura y, sobre todo, decidida a forjarse un porvenir mejor... Ese futuro prometedor que le permita agradecer con hechos, todo lo que su madre de crianza (su tía Laura Charris), ha hecho por ella y por sus hermanos, Yajaira y Jonathan.

Aunque la situación ha mejorado un poco porque, actualmente, sus hermanos ya trabajan, esta chica, que descubrió su amor por el fútbol jugando en el barrio con sus hermanos, no pierde la esperanza de poder darle una mejor condición de vida a su querida tía, esa persona que se ha desvivido por darle todo lo que ha estado a su alcance, la ha aconsejado y la ha formado como una persona de bien.

"A veces, me pongo a pensar muchas cosas, que no tengo a mi mamá ni a mi papá y sólo tengo a mi tía, así que por ella doy todo, porque a pesar de que tuvo dos hijos y sólo contaba con un humilde salario de trabajadora manual en un colegio, nos crió a mí y a mis hermanos; nos ayudó a los cinco por igual y, por lo tanto, se merece todo", acotó.

Yadira no olvida aquellos momentos difíciles, en los que su madre de crianza tuvo que empeñar algunos objetos para llevar un desayuno, un almuerzo o una cena a su hogar, y que "tan siquiera hubiera el arroz con huevo".

Es precisamente por esto, que la joven colonense se ha propuesto esforzarse cada día al máximo por afianzar en base a la práctica constante, su nivel futbolístico.

QUERIDA EN LA TRICOLOR
Yadira, quien por segunda vez integra una selección nacional (el año pasado fue parte de la Sub-20), dijo sentirse plenamente satisfecha por el trato que le brindan sus compañeras.

"Gracias a Dios, me llevo muy bien con mis compañeras, porque nos apoyamos mutuamente, y como son más grandes siempre me aconsejan y me dicen lo bueno y lo malo", afirmó la chica.

La joven mostró su admiración por la delantera Maritzenia Bedoya, "por su capacidad física, esfuerzo, compañerismo y, sobre todo, empeño en el cuadro".

Lastimosamente, la chica no tuvo la oportunidad de aprovechar la "amplia vitrina" que representaba la Copa de Oro, para mostrarse.

En Estados Unidos, Yadira vio frustrada temporalmente su meta de ganar la Copa de Oro y el cupo al Mundial que la llevara a la gloria. Sin embargo, ella está consciente de que la vida sigue, y lo más importante es continuar luchando por lograr que en el futuro, todos esos sueños, entre ellos el de ser fichada por algún club del exterior, se hagan realidad.

Con esa luz de la esperanza encendida y toda una vida por delante, ella piensa en grande y mira al Barcelona de España como el club en el que le gustaría estar.

AGRADECIDA
Como buena hija, Yadira aseguró que parte del dinero que gana en su club Navy Bay, se lo entrega a su madre para ayudar en los gastos de la casa.