Uno de estos días me encontraba en un bus camino a casa y me tocó sentarme en el tan famoso puesto de la izquierda en donde si se tiene un peso considerable, pueden caber tres personas.
En el asiento veo a un joven que estaba con la mirada muy seria, demostraba cierto grado de enojo.
Además de eso, noté algo peculiar y es que tenía las piernas tan abiertas, que impedía que una tercera persona ocupara el puesto, incluso yo estaba llegando a la orilla del mismo.
Luego, media hora después, llega una joven que se sienta a mi lado, pero el muchacho abre más las piernas. No entendí cuál era el objetivo de hacer eso, ¿será que quería más espacio? ¿No le gusta estar rodeado de personas?
Suena vergonzoso, pero hubo un instante en el que con disimulo, me fije en su entrepierna para ver si tenía un exceso de piel tan grande que hacía difícil que cerrara las extremidades inferiores, pero no, no vi nada. Así que llegué a la conclusión de que era terquedad del ingrato, pues su cara de enojo no demostraba otra cosa que no fuera ganas de incomodar a los demás.
Para colmo de males, empezó a llover y no se inmutó en cerrar la ventana al igual que sus piernas. Era increíble ver cómo las gotas de agua corrían por su rostro y en vez de alentarlo para que la cerrara, lo que hacía era alimentar más su rabia.
Sin quitarle la mirada de encima, cerré la ventana, pero no conseguí que este me determinara.
Lastimosamente, la chica que se había sentado no tuvo más remedio que pararse, a pesar de que varias veces lo empujé, la fuerza de sus piernas fue más fuerte.
Tenía unas ganas inmensas de preguntarle el porqué de su conducta, pero no me atreví, temí que me saliera con un comentario desagradable que ocasionaría una discusión.
Al bajarme del bus sentí, en vez de molestia, lástima por aquel muchacho que siendo tan joven tenga una actitud tan patética, intolerable.
Ya no emitiré ningún juicio, pues no sé qué tipo de problemas debe tener, pero espero que por cosas del destino logre leer esta columna y si tiene algún problema, que me localice, necesito saber qué es lo que tiene tu vida tan gris.
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