Durante muchas décadas, los campesinos necesitaban llevar agua a sus lugares de trabajo en la montaña.
Para esto, cultivaban una especie de calabaza que crece en el campo, le abrían un hueco pequeño en la parte superior; luego, sacaban toda la masa; posteriormente, le echaban agua para que se desprendiera el resto de la masa.
Cuando se lograba que quedara totalmente limpia, se le ponía un tapón de madera... ¡y listo. ¡A cargar agua!
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