Del diario vivir de un taxista. El trabajador del volante de esta semana accedió a contar algunos asuntos personales que le ha tocado vivir. Al parecer, es muy moderno y apasionado por su trabajo.
"Siempre me levanto temprano. Eso sí, para ir a la calle debo estar bien perfumado. A eso de las 7:00 a.m. ya he llevado a dos niñas a la escuela. Aunque no son hijas de sangre, ya las veo así, pues las llevo y las traigo a la escuela. Además, si me piden que pare en el camino para comprar y comer algo yo las complazco. Eso sí, con mucho cuidado, tú sabes, son hijas ajenas.
A veces, cuando tienen eventos familiares, me ha tocado acompañarlas y los amiguitos me saludan como si fuera su papá. Pero eso no me cuesta mucho, pues les he tomado aprecio.
Mire, mientras esas niñas 'tan en la escuela yo sigo haciendo carreras en la ciudad. Trato de no estar ocupado cuando llega la hora de la salida de esas niñas, pues pa' eso me pagan.
Ya llevo cuatro años en esto y agradezco la confianza de los padres de la niñas, porque así me gano un dinero fijo por quincena y no tengo que andar rompiéndome la cabeza, para sacar la cuenta del día. Eso es ganancia.
Otros de mis clientes son algunas chicas que trabajan en algunos negocios de la vida, pero ellas solo me llaman cuando van para sus puestos de trabajo o a los salones de belleza. Con ellas, el trato es diferente. Uno sabe en qué andan ellas y pagan bien. Mientras uno las respete, todo va bien.
Y así, uno se va haciendo clientes. Lo importante es una buena atención, ser responsables y no abusar del cliente. No ser lagarto, eso mismo".
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