Desde las 5:00 a.m. la parada de buses en el antiguo Museo Reina Torres de Araúz se llenó. Los usuarios a cada segundo miraban el reloj, así comprobaban que se les hacía tarde.

Los minutos pasaban y uno que otro bus que llegaba se llenaba inmediatamente. Los más vivos lograban subir y garantizar, por lo menos, que la tardanza fuera de minutos. Tanto la puerta de adelante como la de atrás de los buses eran abiertas por los usuarios, quienes estaban desesperados.

Las personas iban tomando la vía principal para poder detener un bus. Los hombres sólo mantenían sus manos en los bolsillos en medio de la frustración por la situación. Los buses de las rutas de Concepción, Pedregal y Torrijos Carter eran los que auxiliaban a las personas. En un último intento, los usuarios trataban de abordar un taxi que más bien parecían busitos colegiales. Mientras que en la Terminal, en Albrook, la situación era similar, los usuarios tuvieron que esperar horas y más horas.