La vida de Apolinar Mendoza, de 45 años, no ha sido nada alentadora. Está condenado a gatear como bebé desde que nació, sin oportunidades de recibir educación y una atención especializada, pues los recursos no alcanzan ni para la comida, especialmente porque nació en Olá, uno de los distritos más pobres de la región.
Él y su madre se trasladaron a El Caño de Natá en busca de mejores días, pero nuestro encuentro fue en Penonomé.
Una enfermedad aparentemente es la causante de esta derrota que aún puede cambiar. Llegó a la reinauguración del museo de Penonomé porque quería conocer al presidente Martín Torrijos, quien lo atendió.
Apolinar ya vive resignado, pero tiene la esperanza de que con ayuda del mandatario la situación económica pueda cambiar y él podrá, aunque tarde, educarse y hacerse útil para ayudar a su madre, Oneida Meneses, a quien estando embarazada le dio una fiebre que afectó la salud de su bebé.
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