¿Pensará en la vocación? ¿Pensará en la saturación del mercado ocupacional? ¿Pensará en cuánto dinero ganará? ¿Pensará en servir al prójimo, aunque no lo haga de gratis?

Y luego me pregunto cuál de estos factores predominó al momento de decidirse por una profesión.

Me duele escribir lo que a continuación expongo, pero lo hago con el perdón de algunos amigos y lectores médicos.

Creo firmemente, que en el caso de muchos doctores predomina el "cuanto ganaré". Predomina el estatus que tendrá en el seno de la sociedad. Predomina el "yo soy más inteligente que el resto de los mortales".

Insisto, ofrezco mis disculpas por aquéllos que no son así. Lastimosamente, esto es como los "diablos rojos": a todos los catalogan por igual.

Es vergonzosa, por decir lo menos, la forma como algunos médicos de la Caja de Seguro Social tratan a los pacientes y a sus familiares.

Me tocó escuchar, cual chillido estridente muy cerca del oído, la voz de una "doctora" que decía: "¡Que espere! Si ese cáncer hace metástasis, igual hay que operarlo. ¿Cuál es el problema? Aquí la doctora soy yo". Eso se lo decía a la hija de un paciente de la tercera edad, al que le habían perdido un examen.

¿Será que ella creía que esa hija no sabía el significado de la palabra metástasis? Recordemos que muchos de ellos se creen los más inteligentes de los mortales. El resto, es poco menos que burro, de lo contrario hubiera estudiado medicina.

Señores, si no saben lo que es solidaridad humana, sensibilidad social, amor al prójimo, tacto, comprensión, humildad y respeto por los demás, es mejor que no trabajen con seres humanos, porque los enfermos que llegan ante ustedes con la esperanza de ser sanados, lo último que desean es que los atienda un simple mercader de la profesión, con ínfulas de gran señor.