María del Carmen González dijo que una persona que se dedica a la ganadería en la mencionada comunidad, le roció una cantidad considerable de una sustancia altamente venenosa a un ternero muerto, que luego fue consumido por aves de rapiña y perros, lo que produjo la muerte inesperada de los canes y de los gallotes que están cayendo a los ríos y al mar.

Los animales envenenados fueron a dar a la playa, de donde se extrae diariamente cantidades considerables de mariscos, que son llevados a los mercados nacionales y locales, por lo que se teme que los efectos nocivos puedan afectar a los que los consuman.