Mientras las unidades policiales realizaban un operativo en todo Curundú, en el gimnasio se ultimaban los detalles para darle el último adiós a Kyara Bethancourt, de 14 años, y Félix Asprilla, de 4. Ambos fallecieron en el incendio suscitado el pasado 21 de marzo.
Los primeros en llegar fueron sus amiguitos de juego.
Unos minutos más tarde, el silencio imperó en el lugar. Era por los dos ataúdes blancos de los pequeños angelitos que entraban al gimnasio, y junto a ellos, sus padres.
Dos portarretratos con las fotos de Kyara y Félix fueron colocados encima de las pequeñas cajas blancas. En frente estaban los papás de Kyara, Herminia y Magdaleno, quienes no pudieron contener el llanto.
"Mi Kyara", eran los gritos desgarradores de Herminia y que dieron inicio a la ceremonia, que fue oficiada por monseñor José Domingo Ulloa, obispo auxiliar de Panamá.
A pesar de que los restos de Lauryn Núñez, de 7 años, nunca se encontraron, durante la misa se oró por su alma. En la parte de atrás, Yolanda, mamá de esta pequeña, tenía la mirada perdida y en su rostro rodaban lágrimas de dolor.
UN MENSAJE DE PAZ
Durante la homilía, el obispo auxiliar recordó los valores que antes prevalecían en las familias panameñas, y cómo la violencia ha conllevado a la pérdida de ellas y a la deshumanización. A la vez, recordó que aún hay tiempo para cambiar el rumbo de sus vidas.
"En homenaje a estas víctimas, comprometámonos a luchar para que no sean las armas y la violencia las que se apoderen de la vida, de la paz, de la libertad y de la seguridad", aconsejó el sacerdote.
"Que estos hermanos sean las últimas víctimas de esta espiral de violencia", acotó.
EXIGEN JUSTICIA
Durante el sepelio, Magdaleno Bethancourt solicitó justicia a las autoridades por la muerte de estos inocentes.
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