¿Saben qué? Estoy preocupada. He notado que muchos adolescentes están dejándose llevar por "corrientes" que los perjudican. Peor aún, ni siquiera se han percatado de ello.

Cuando los padres tratan de investigar qué les está pasando, la respuesta de ustedes, jóvenes, es la malcriadez, el disgusto y aquella actitud de "yo lo sé todo y nadie me puede enseñar nada". O bien: "nadie me quiere, todos me odian"-

¡Despierten ya! Nadie, léase bien, absolutamente nadie los ama más que sus padres, hermanos y tíos. Por lo tanto, todo lo que ellos les aconsejen es por su bien, es por amor, es por lealtad a la familia.

¿Que los estoy sermoneando? ¡Sí! Nunca lo había hecho, pero es mejor un sermón a tiempo, que una lágrima tardía.

Hay corrientes que los pueden confundir. Existen los "emos", los góticos y otros que ustedes conocen mejor que yo.

Todas estas corrientes tienen un denominador común: no exaltan el amor ni la vida, sino la muerte, la falta de tolerancia, el odio hacia sus padres, y hasta la autodestrucción.

¿Cómo lo hacen? Fácil: ustedes lo escuchan, a veces hasta sin darse cuenta, en canciones del rock fuerte, el rock satánico; lo ven en el Internet y ciertos grupitos en sus escuelas los llevan a ustedes a caer en esto. Algunos de los que cayeron en esta trampa, hoy están en una fría tumba del cementerio, porque han llegado hasta el suicidio.

Sé que pensarán que me volví loca porque estoy escribiendo esto de manera muy cruda. Lo haga porque creo que es necesario.

Sé de casos de niñas que se encierran en sí mismas y se la pasan chateando sobre su odio a sus padres, aunque éstos vivan para ellas. Se pintan las uñas de negro, sólo visten de negro, tienen la mirada perdida, o bien, con una expresión de odio permanente. Comienzan a bajar las notas, se hacen cortes en los brazos, andan desaliñadas, y terminan en malas compañías y en ritos satánicos.

Así pasan su adolescencia, la época más bonita de la juventud, sumidas en la inestabilidad espiritual, como desadaptadas sociales, y con una carga emocional tan pesada a cuestas, que parecen viejas de 80 años.

¿Eso es lo que quieren para ustedes? ¡Yo sé que no! Cuando sientan la tentación de caer en el uso de aretes, pulseras, guantes o brazaletes con calaveras; o bien de entrar a un grupo de emos, góticos o de satanismo, pregúntense si quieren exaltar la cultura de la vida, de la paz interior, del amor entre hermanos y de la felicidad, o, por el contrario, desean pasar el resto de su existencia sintiendo odio, dolor, ira, para luego terminar fracasados o acabando con sus vidas.

Por lo pronto, yo tengo fe en que elegirán lo que más les conviene: Amar la vida, para no ser muertos que sólo respiran.