Ahora me doy cuenta por qué en este país el fútbol y la mayoría de los deportes andan manga por hombro y cada vez son más sinsabores que alegrías las que experimentamos.
Como no, si es que cuando los dirigentes asumen los diferentes cargos, lo hacen pensando que su estadía allí será de por vida o como se diría en inglés: "forever".
Es raro ver hoy en día que un dirigente cumpla su periodo y después de hacerlo quiera mirar hacia otros horizontes y darle oportunidad a otro; al contrario, la experiencia en esos puestos, al parecer, es tan "productiva" que ninguno se anima a soltar "ese jugoso hueso" y sin pensarlo se lanzan a reelección una, dos, tres, cuatro y hasta más de cinco veces.
Si no, miren lo que pasó con el señor Melitón Sánchez al frente del Comité Olímpico de Panamá. Por 25 largos años estuvo en el puesto y, todos conocemos la historia. Ahora es el presidente de la Federación Panameña de Fútbol, Ariel Alvarado, quien al parecer no pretende darle chance a otro. Si bien al federado todavía le faltan algunos años para terminar su segundo periodo, el reciente fracaso en la eliminatoria hacia el mundial de Sudáfrica 2010, en momentos en que se tenían muchas expectativas, dio margen a que se solicitara su renuncia.
Sin embargo, el propio Alvarado afirmó que no dejará su cargo. El anuncio y posterior verborrea por la que suele caracterizarse el abogado de que -todavía se puede hacer y deshacer cuando hasta ahora no se ha hecho mucho-, provocó que una serie de colegas comenzaran a llenarlos en elogios, cuando hace pocos días pidieron su cabeza. Entonces señores, para qué equipo juegan, o están con uno o con otro, pero no se puede bailar al son que le toquen. No puedo creer que en este país no hayan más dirigentes con capacidad para encaminar el fútbol. Si seguimos con esa mentalidad, por supuesto que ninguno aparecerá. Mientras tanto, habrá que esperar qué es lo nuevo o mucho que el señor Alvarado ejecutará.
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