HOLA MOZA:
En esta ocasión te escribo no para darte problemas, sino para darte las gracias. Después que dejé el rencor atrás y perdoné, todo ha cambiado para mí.
Es como si hubiese renacido, porque comprendí que era yo la que en el fondo me hacía daño, por eso quiero compartir los resultados de mi decisión.
Tenía tanta rabia por el engaño que me había hecho mi esposo que, aunque lo acepté de nuevo en la casa, nunca lo perdoné. Por esa razón, todos los días buscaba una razón para discutir y echarle en cara su error.
Pasaron más de cinco años en eso y nuestros hijos viendo las peleas. Pasé de ser una mujer que pesaba 120 libras a pesar unas 180, sin contar los achaques.
Ya cansada de esto, me decidí a escribirte y luego que me dijiste que borrara esos malos sentimientos y después que oí en un retiro espiritual de la iglesia, unas palabras similares, fue como si se me cayera una venda de los ojos y me sentí limpia. Lo mejor es que ese día, él también me acompañó y con lágrimas en los ojos, me pidió el perdón más sincero que he podido escuchar.
A partir de ese día, todo mejoró; las dolencias que tenía en la espalda y en las rodillas se me quitaron; dejé de comer tanto y empecé a adelgazar. En la casa hay armonía y, sobre todo, amor, ahora somos de nuevo como novios. Rita.
GRACIAS, RITA
Pr compartirnos tu historia. Te felicito porque tomaste la decisión de ser feliz y de perdonar. Los que no desean perdonar a otros son rehenes de su propio odio que los envenena por dentro y por fuera.
El haber dicho adiós a esas ofensas ayudó a tu alma y con eso fuiste libre porque desataste las ataduras que te unían al pasado, para vivir un presente pleno.
Ahora te exhorto a que sigas así, alimentado la paz, la armonía y el amor dentro de ti y de los que te rodean. Verás que así las cosas serán más fáciles y mejores. Has madurado y eso es muy valioso en todas las personas. ¡Felicidades! |