Su residencia la estableció en San Miguelito, pero en Curundú puso una abarrotería, que aunque está en una zona roja, eso no la detiene a seguir luchando. Ella es amiga de los vecinos del área que son sus clientes y asegura que los peligros de Curundú son mínimos en comparación con los que vivía en su país.

Actualmente, Inelda vive en un limbo jurídico como otros tantos desplazados que están en la provincia de Darién y otros puntos de Panamá buscando un mejor horizonte para su familia.

Reconoció que no ha sido fácil sacar adelante su familia, pues paga por el alquiler de la tienda $15 por día, así que tiene que trabajar de 6: 00 a.m. hasta la noche para poder sacar el dinero para la compra de más mercancía, la renta, sus gastos y para pagar los estudios de su hijo.

Cada vez se le hace más difícil ahorrar para el pago de abogados y poder solucionar su estatus migratorio, lo que acarrea otros problemas, como un acceso a crédito para mejorar su negocio, ya que tiene ideas para hacerlo mucho más rentable.

LES DAN LA MANO
Por fortuna, para personas como Inelda, ha surgido una solución por medio del Servicio de Jesuitas para Refugiados (SJR), quienes les ofrecen asesoría legal para mejorar su estatus migratorio en el país, pero además les están brindando un apoyo con préstamos de $500 con pagos mínimos, sin intereses para que puedan reforzar sus microempresas, recalcó Ana Lorena Alfaro, directora del SJR.

Agregó que son muchos en el área de Jaqué, Piña y en Panamá que tienen sus pequeños negocios artesanales que les ayudan a vivir de manera honrada y salir adelante sin ser una carga al Estado.

EJEMPLO
Inelda es un ejemplo de los cientos de colombianos que salen huyendo de las áreas de conflicto de Colombia, pero que vienen a Panamá para labrarse un futuro con su trabajo y dedicación.