Desde la llegada de la tecnología y la Internet a nuestros países, el consumo de pornografía se ha disparado y, más grave aún, la infantil.
Estadísticas de la PTJ reflejan que este delito se mantiene entre los de menor incidencia; sin embargo, las penas son de ocho y diez años de cárcel.
Carlos Vargas, inspector encargado de la sección de Delitos Sexuales, explicó que la institución cuenta con un equipo especial para su investigación al tratarse de un tipo de comercio ilegal.
Desde que una persona ingresa a un sitio con contenido pornográfico infantil, es detectada y monitoreada, de esta forma se podrá investigar si su acceso fue fortuito o si usualmente consume el material.
Bajarlo o reenviarlo puede considerarse un agravante. Desde el punto de vista sociológico, Raúl Leis considera el consumo de pornografía como una malformación ética, moral y social.
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